Bloqueo sindical paraliza el Ayuntamiento de Chilpancingo… todo por no querer trabajar
Lo que comenzó como una supuesta protesta laboral terminó por evidenciar una disputa interna por intereses personales. El Ayuntamiento de Chilpancingo amaneció el día de ayer martes 9 de septiembre con sus puertas cerradas y servicios detenidos, debido al bloqueo encabezado por el dirigente sindical Isidro Bautista, quien —según fuentes internas— se negó a presentarse a trabajar tras una reasignación de área y, en su lugar, decidió tomar el edificio como medida de presión.
Lejos de tratarse de una causa colectiva o de un conflicto por derechos laborales, el paro tiene su origen en una decisión individual: Bautista fue reasignado de puesto, pero se rehusó a presentarse, alegando inconformidad, y como represalia, bloqueó el acceso al edificio municipal junto a un pequeño grupo de allegados.
Mientras tanto, cientos de ciudadanos que acuden diariamente al Ayuntamiento para realizar trámites esenciales, como pagos de predial, permisos, actas y servicios públicos, quedaron sin atención, y numerosos trabajadores que sí quieren cumplir con su deber fueron impedidos de ingresar a sus oficinas.
“Este bloqueo no representa a los trabajadores, representa a alguien que no quiere trabajar pero sí quiere seguir cobrando”, señaló uno de los empleados afectados, quien prefirió no dar su nombre por temor a represalias.
El descontento entre el personal del Ayuntamiento crece, pues la mayoría no está de acuerdo con las acciones del líder sindical, a quien acusan de utilizar su posición para conservar privilegios sin rendir cuentas.
¿Aviador con fuero sindical?
Fuentes consultadas aseguran que Isidro Bautista ha mantenido por años una presencia intermitente en su centro de trabajo, amparado por su cargo sindical. La reciente decisión de reasignarlo a un área operativa habría sido el detonante para que iniciara esta protesta, que más que una lucha por derechos laborales, parece una pataleta para evitar trabajar.
La ciudadanía exige que se ponga un alto a estos abusos, donde el sindicalismo se usa como escudo para la holgazanería institucional. Mientras unos pocos se atrincheran, Chilpancingo entero paga las consecuencias con oficinas cerradas, trámites detenidos y servicios públicos colapsados.
“Lo que necesitamos son servidores públicos, no figuras que bloquean por capricho. Si no quieren trabajar, que se vayan”, expresó una ciudadana que llevaba más de una hora esperando para recoger un acta.
Por ahora, no hay una resolución oficial al conflicto, pero la presión pública y el descontento generalizado podrían obligar a las autoridades municipales a tomar cartas en el asunto. Mientras tanto, el Ayuntamiento sigue cerrado… por culpa de uno que no quiere abrir ni su escritorio.
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