MarinaBus: 200 millones al agua mientras Acapulco se ahoga en pobreza
Bajo el discurso de movilidad turística y desarrollo económico, la presidenta Claudia Sheinbaum y autoridades federales presentarán este fin de semana el nuevo sistema de transporte acuático MarinaBus, mejor conocido en redes como el Maribús. Pero detrás del glamour y las promesas, el proyecto huele más a negocio político y despilfarro disfrazado de modernidad que a un beneficio real para los acapulqueños.
Tarifas elitistas en un puerto abandonado
El Maribús no es gratuito ni inclusivo: habrá tarifas diferenciadas por clase social y nacionalidad, con 30 pesos para locales, 60 para turistas nacionales y 160 para extranjeros. Mientras tanto, el transporte público terrestre sigue colapsado, sin aire acondicionado, caro y con choferes mal pagados.
Inversión millonaria cuestionada
El gobierno presume una inversión de 170 millones de pesos en la terminal del Jardín del Puerto, más 20 millones para Puerto Marqués. Dinero que, según habitantes, pudo haberse destinado a mejorar hospitales, reparar escuelas, reconstruir viviendas dañadas por el huracán Otis o rescatar el transporte urbano, que sigue sufriendo abandono y corrupción.
En un puerto donde miles de familias siguen sin techo y la pobreza golpea a los barrios más populares, el mensaje es claro: para el pueblo promesas, para el turismo lujos.
Un barco viejo disfrazado de novedad
Lejos de ser un proyecto innovador, el diseño del Maribús ha sido duramente criticado en redes sociales por su estética anticuada y poco funcional, más parecida a un ferry de tercera que a un transporte turístico de clase mundial. “Una lancha cara pintada de blanco”, señalaron usuarios en Facebook, donde el tema ha generado debate y burla.
Golpe a los trabajadores locales
El Frente de Defensa de la Zona Federal Marítimo Terrestre denunció que el Maribús no solo representa competencia desleal, sino un golpe directo a pescadores, prestadores de servicios turísticos y dueños de lanchas y motos acuáticas, quienes dependen de la bahía para subsistir.
En otras palabras, un proyecto financiado con dinero público que beneficiará a unos pocos concesionarios y marginará a quienes realmente viven del mar.
La austeridad que naufraga
Con Sheinbaum como invitada de honor en su abanderamiento, el Maribús se convierte en un símbolo del gasto millonario en proyectos vistosos para la foto, mientras los problemas de fondo permanecen intactos.
Porque la verdadera movilidad no es un barco de lujo, sino un sistema de transporte digno para quienes diariamente trabajan y sostienen la ciudad.
El Maribús es, en el mejor de los casos, un espectáculo para turistas. En el peor, un negocio disfrazado de modernidad que hunde más al puerto en desigualdad.
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