Pedro Segura: Entre Dios, el Diablo… y el Altiplano
“Conozco a Dios y al diablo y de ninguno me espanto”, dijo alguna vez Pedro Segura Valladares. Hoy, detenido por delincuencia organizada e ingresado al penal de máxima seguridad del Altiplano, tal vez descubra que el diablo es más paciente que él… y que la justicia, aunque tarde, llega.
Segura, el empresario que convirtió la ostentación en una marca personal —ranchos de lujo, aviones, helicópteros, caballos finos, fiestas con artistas de corrido bélico— siempre jugó en la delgada línea entre el benefactor de pueblo y el personaje con sombras peligrosas. Regalaba dinero, coches, viajes y computadoras como quien reparte volantes… pero también recibía denuncias por presuntos vínculos con Guerreros Unidos, el mismo grupo criminal señalado como responsable de la tragedia de Ayotzinapa.
No lo decimos nosotros: Desde 2014 existen denuncias que lo colocan a él y a su hermano como presuntos encubridores de normalistas desaparecidos en un rancho de su propiedad. En 2022, cuando defendió públicamente a José Luis Abarca —exalcalde de Iguala y uno de los principales señalados por la desaparición de los 43— presumió que gracias a un “pitazo” del exgobernador Rubén Figueroa pudo librarse de una detención. ¿Casualidad o confesión disfrazada?
Pedro Segura siempre ha jugado a dos bandas: dice que conoce a líderes criminales pero que no tiene nada que ver con ellos; que su dinero es limpio, pero se fotografía con rifles de alto poder y líderes como Onésimo Marquina, de Los Tlacos; que ayuda al pueblo, pero lo amenaza con quitarles beneficios si no votan como él quiere.
Su discurso de víctima política contra Félix Salgado y Evelyn Salgado se desmorona frente a un historial que combina lujo obsceno, relaciones turbias y frases que suenan más a corrido que a inocencia. Porque, al final, Pedro Segura construyó su propio personaje: el del hombre que quiere codearse con todos, desde Dios hasta el Diablo… y terminó en las manos de la justicia.
En Guerrero, donde la frontera entre la política, el narco y el espectáculo es cada vez más borrosa, la caída de Pedro Segura no es sorpresa. Es, simplemente, la consecuencia de una vida que siempre se jugó al filo de la navaja.
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