¡Chinches, campañas y mentiras!… y los roedores en el poder de Guerrero
¡Soldados de la dignidad y la memoria!
¡Pueblo valiente del sur caliente!
¡Aquí escribe su general, El Insurgente, que no come lumbre ni calla cuando ve al poder revolcarse en su propio estiércol!
Esta semana, Guerrero huele raro. No es la brisa del mar, ni la humedad de la montaña. Es un tufo a simulación, a poder podrido… y sí, también a chinches. Porque ni fumigando con dinero de campaña logran acabar con las plagas del Hospital General de Chilpancingo. Le echan insecticida a las paredes pero no a los burócratas que permiten que pacientes y doctores se acuesten con parásitos más pequeños pero igual de peligrosos que los que gobiernan.
Y mientras las chinches hacen fiesta en las sábanas de hospital, otros bichos políticos ya están caminando rumbo al 2027. Ahí está el senador Félix Salgado Macedonio, alzando la mano de nuevo. Aún no enfría la silla del Senado y ya quiere otra vez el poder total. Morena lo ve con cariño, porque saben que donde pisa el Toro no crece la democracia, pero sí los aplausos baratos y los shows de carpa.
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Y no se queda atrás Esthela Damián, que arranca campaña como si no hubiera reglas ni tiempos. Se le queman las ansias por servirse, digo “servir” a Guerrero, aunque en su ruta hay más espectaculares que propuestas. ¿Quién la financia? ¿Quién le marca el paso? No lo dicen, pero uno ya sabe que la carrera por el hueso comenzó… y sin mordaza.
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Mientras tanto, el Tribunal Electoral le dio un coscorrón a un tal Acapulco Trends. No por informar, no por decir la verdad, sino por insultar con saña. Aclaró el director, Amín Vázquez, que no es censura, sino castigo por burlarse de Abelina. Y aunque en este cuartel siempre se defiende la libre expresión, también sabemos que el respeto se gana, no se escupe.
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Pero no todo es pleito entre políticos y plumíferos. El gobierno federal, con su voz de anuncio dominguero, nos promete un tren turístico de Mazatlán a Acapulco. ¡Qué maravilla! Un riel de promesas para turistas que ya no llegan, porque en Acapulco lo que se necesita no es un tren, sino paz, servicios y hospitales sin cucarachas ni chinches. Eso sí, ya le metieron 870 millones de pesos al puerto… aunque nadie sabe si para modernizar o para maquillar. Porque con dinero también se pueden esconder ruinas.
Y si alguien duda del deterioro, pregúntele a los trabajadores del IMSS Bienestar. En Acapulco ya no están “bien”, ni “en bienestar”. Denuncian abusos, malas condiciones y jefes que los tratan como carne de cañón. Pero claro, mientras los altos mandos duermen en camas limpias, los que salvan vidas lo hacen entre carencias, gritos y silencio institucional.
Este es el Guerrero de hoy, camaradas: con chinches en las camas, candidatos en la banqueta y millones en el aire.
Un estado donde se fumiga al insecto, pero no al sistema. Donde se castiga al bocón, pero se premia al corrupto.
Y donde los que marchan por justicia, aún esperan que la justicia camine con ellos.
Aquí no se calla.
Aquí se grita.
Y si el enemigo es el poder, el pueblo será siempre insurgente.
Espera una nueva columna editorial de “El Insurgente” cada viernes.
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